sábado, 17 de enero de 2009

Mujeres Maltratadas



Las mujeres maltratadas sufren una exposición sistemática al miedo que provoca la agresión física en su espacio íntimo.

Esto genera cuadros depresivos que producen una situación en donde la mujer, cada vez más aislada, deja de tener noción de la realidad.

La ruptura del espacio de seguridad en su intimidad, consecuencia de la conversión de su pareja de vínculo de seguridad y confianza a fuente de peligro causa desorientación, así nace la incertidumbre de cuándo y porqué se producirá la siguiente paliza.

La víctima va perdiendo cada vez más poder de decisión y cede, cada vez más, a la presión de un estado de sumisión y entrega que le garantiza unas mínimas probabilidades de no equivocarse en su comportamiento.

El agresor mostrará arrepentimiento que desorienta a la mujer.

El riesgo de ser agredida nuevamente hace que se adapte a la situación, vinculándose aún más con su pareja violenta. Separando las experiencias negativas de las positivas y sólo enfocándose en lo bueno, creyendo el arrepentimiento de su agresor lo que la lleva a modificar su identidad.

Luego las percepciones que reciba la mujer pasarán por el filtro del nuevo modelo mental que ha asumido para explicar su situación, complicándose en gran medida las probabilidades de extraer a esa víctima del entorno de violencia. En mujeres con relaciones personales muy limitadas al espacio doméstico, cuyas oportunidades de intercambio en otros ámbitos estén restringidas, la percepción de su espacio vital puede ser bastante similar a la de un cautivo.

Las víctimas se autoculpabilizan, guardan silencio sobre el maltrato, justifican cualquier golpe y creen en los motivos que su agresor expresa, apelando al vínculo afectivo que les queda.





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