jueves, 18 de junio de 2009

Muchas manos detrás de un puño








Muchas manos detrás de un puño







Cada vez que un hombre golpea a una mujer se juegan tres historias simultáneas y convergentes:
una personal (la de ese hombre),
otra vincular (la de ese hombre y esa mujer)
y otra social (la de un modelo masculino culturalmente transmitido, estimulado, aprobado e impuesto).
Las dos primeras son tan variables e intransferibles como sus eventuales protagonistas y suele ser mucho más fácil juzgar que entender.
De la tercera variable, la sociedad no debería desentenderse. El modelo masculino aún vigente (sin desechar las transformaciones, más alentadoras en los discursos que en las actitudes) predispone al varón a la violencia.
Al considerarse a la tristeza, el miedo, la vulnerabilidad, la necesidad, etc. como emociones o atributos "femeninos", el varón debe disociarse de ellas para que no amenacen su identidad. Cuando él puede consagrarse como productor, proveedor y protector potente (las cuatro P de la masculinidad) se siente seguro, con sensación de control y patente de "Hombre". ¿Dónde quedan aquellas emociones y sentimientos que no está "autorizado" a registrar y expresar sin riesgo de perder masculinidad?
Se esconden lejos de la conciencia y se transforman en síntomas (infartos, gastritis, accidentes, depresiones, estrés emocional variado) o en actos.
Entre estos actos se cuentan los violentos.
La pobreza de su "vocabulario" emocional convierte al varón en alguien débil y afectivamente dependiente.
Según mi experiencia en la investigación de lo masculino a partir del trabajo con hombres reales, aquí y ahora, esa dependencia aparece, ante todo, frente a la mujer.
Se inicia en la infancia, con la madre, y continúa en los sucesivos vínculos con las mujeres de su vida.
Hay un miedo masculino a las reacciones femeninas tan oculto como presente en estos vínculos.
Los hombres que pueden empezar a hacerse preguntas sobre sí mismos, sobre su identidad de varones y sobre las posibilidades de enriquecerla y transformarla integrando aquellas emociones, sentimientos y atributos antes negados, desarrollan nuevos recursos emocionales, crecer en lo personal, en la pareja, en la paternidad, en el descubrimiento de valores creativos, etc.
Los que no pueden, entran en laberintos de sometimiento o, finalmente, resuelven con el único método que, en su vivencia, les está "autorizado" y reconocido: la violencia.
La sociedad suele horrorizarse, como si estos hombres fueran extraterrestres y no retoños de ella misma.
Pero antes de tirar la primera piedra recordemos tangos lamentables como el de las 39 puñaladas o el de la toalla mojada, muchos patéticos sketches televisivos o los chistes conque el "ingenio popular" festejó al dentista Barreda.
Hace cuatro años una investigación de la Fundación Alicia Moreau de Justo mostraba que, en la Argentina, el 70,6 de los hombres violentos tiene ingresos medios y altos, mientras el 10,2 abarca a profesionales, empresarios y funcionarios jerárquicos.
Esto sirve para recordar que un hombre violento, además de ser -paradójicamente- un hombre débil es también un eslabón frágil de una cadena de modelos y mandatos que envuelve a toda una sociedad y a su cultura.



SERGIO SINAY



La sociedad se horroriza y NO debiera arrojar ni la primera... ni la última piedra.
En cierto sentido, es verdad.
Lo que sí es casi imperdonable, es que la sociedad, NO arroje ninguna piedra, NO se horrorice... y que con profunda indiferencia deje que este problema "lo arregle el gobierno".
También es verdad que los hombres violentos son "retoños" de nuestra sociedad...
como también las jóvenes mujeres que no han recibido una educación tanto cultural como emocional.
La única verdad, aunque suene brutal, es que desde hace unos 40 años a esta parte, hemos "brutalizado" a las clases sociales pobres o marginales.
Y creo que más débil que un hombre violento, es la misma sociedad que los produce... o engendra.
No coincido plenamente en que los "violentos" están en su mayoría divididos entre hombres de ingresos medios y altos además de los profesionales, empresarios y etc etc.
Es más que evidente que la gran mayoría provienen de clases bajas
y/o marginales, pero que se expande a clases medias y altas.
Como ya expresé en otra oportunidad, la violencia,
se engendra en el ADN... en el vientre materno.
Y este hecho desgraciado, golpea A TODAS las mujeres como un puño de hierro, seamos mujeres golpeadas por la pareja o no.

CAIA







miércoles, 10 de junio de 2009

Mujeres que aman demasiado





Comparto con ustedes este interesante fragmento del Libro "Mujeres que Aman Demasiado" de ROBIN NORWOOD

Caia Cantarelli



Las mujeres que “aman demasiado” son aquellas que se sienten atraídas por hombres problemáticos, distantes, inaccesibles.
Mujeres que luego quedan enganchadas a situaciones conflictivas por haber formado pareja con un hombre inadecuado.
Algunas veces sus historias saltan a la prensa, generalmente por malos tratos, pues ellas raramente ponen fin al drama en el que se encuentran prisioneras.

Suelen inspirar admiración o lástima en su entorno.
Son responsables y emprendedoras, pero con poco amor propio.

Aguantan lo indecible y, sin embargo, disculpan a sus parejas.
Sueñan con lo que podría ser y así “quedan pegadas” a lo que no funciona,
ni las hace felices.
Rechazan a los hombres “agradables” porque les resultan aburridos, insípidos, en cambio les es fácil sentirse atrapadas por el hombre distante.

Este funciona como una droga para ellas y llegan a obsesionarse tanto, por él, que descuidan sus propios intereses: familia, amigos, trabajo, aficiones.
Viven en una continua ansiedad, donde el pan de cada día es el esfuerzo por entender o cambiar o lograr la atención del hombre “elegido”.
Gastan sus energías, agotan el llanto y llegan a la desesperación:
Para ellas estar enamoradas es sufrir.

Características emocionales:

1)Necesitan dar afecto, sentirse superiores y necesitadas.Reacciona emocionalmente frente a hombres inaccesibles.

2)Nada les parece demasiado esfuerzo si creen que ello puede ayudar a su hombre.

3) Esperan que él reaccione, conservan la esperanza y se esfuerzan para que él cambie.

4) Aceptan más del 50 % de la responsabilidad de lo que no funciona en la pareja.

5) Su amor propio es bajo, por ello “quedan pegadas” a lo que no funciona ni las hace felices.


6) Necesitan controlar a sus hombres y sus relaciones pero lo disimulan bajo la apariencia de ser “útiles”.

7) Están mucho más en contacto con sus sueños que con su realidad.

8) No hay atajos para salir del patrón de amar demasiado.

9) Cada mujer que ama demasiado, se autoengaña, se dice que su problema no es tan grave.


Darse cuenta de que son víctimas, empezar a buscar lo que es bueno para ellas, recorrer el camino hacia la recuperación es todo un desafío


Porque si bien es difícil la vida para toda mujer que “ama demasiado”, más aún lo es el tomar conciencia de su “enfermedad”.
Lo que sí es seguro es que si elige recuperarse, dejará de ser una mujer que sufre por amor, para pasar a ser una mujer que se ama lo suficiente como para detener el dolor.
Entonces podrá ver y reconocer a su pareja tal como es:
un hombre a quien no le importan sus sentimientos ni la relación.

Luego, seguramente sea tan difícil recuperarse de la dependencia a los amores inadecuados como lo es recuperarse del alcoholismo, u otra dependencia, sin embargo es posible.

Solo piénsalo.