Una carta para reflexionar
Esta carta pertenece a mi amiga Caia Cantarelli. Me pareció una opinión muy interesante para compartir.
Josefina, he recibido tu recordatorio de dominio público, de una nueva víctima, con Fátima Guadalupe...
¿Cuántas otras habrá en estos días o ahora mismo que el público NO conoce su calvario?
Intuyo que muchas. Más de las que una sociedad que se cree sana de cuerpo y alma, puede tolerar.
Pero tanto el caso de Wanda Tadei como en el de Fátima Guadalupe Catán me ha golpeado la situación de los padres de ambas mujeres.
Los padres sabían del mal trato que sus hijas padecían. Lo que NO me queda claro es hasta qué punto las protegieron en diversas oportunidades, ni si ellos mismos intentaron alguna defensa de sus hijas, abogados mediante ANTES de sus muertes.
NO juzgo: trato de ver la situación tal cual se desarrolló por varios años cons sus hijas, sus... yernos?? y la violencia a la que sometían a estas mujeres...
Si yo veo que en diversas ocasiones mi yerno, castiga física y psíquicamente a una hija:
NO intento buscar ayuda adecuada? Aunque mi hija sea mayor de edad, NO debo protegerla y ayudarla a salir de un peligro LETAL?
Muchos opinan que después de los 18 años, los padres NO deben... ni pueden interferir en la vida de sus hijos.
Y me pregunto y les pregunto: ¿NO interferir aunque sepamos QUE EN ELLO LES VA LA VIDA?? ¿AUNQUE SEPAMOS DE DÍA MÁS O DÍA MENOS TERMINARÁN ASESINADAS??
Y... los tíos, primos y amigos... ¿NADIE PUEDE INTERFERIR EN LA VIDA DE UNA FUTURA VÍCTIMA??
A mi alma, estos conceptos le parecen atroces. Inaceptables.
Comprendo que la falta de cierta educación y cultura puede, eventualmente, hacer difícil que algunos padres busquen ayuda EFECTIVA en los profesionales adecuados; pero aún así DEBIERAN hacer algo. Y si no se atreven hacerlo ellos solos, buscar sumar a otros familiares y amigos y en grupo, buscar ayuda.
¿Qué es lo que permite que el MAL avance arroladoramente? LA FALTA DE ACCIÓN DEL BIEN.
El silencio y la falta de acción, NOS HACE CÓMPLICES DEL MAL.
Tratemos de buscar cómo hacernos oír en los ámbitos adecuados.
Dice un refrán: LA GOTA ORADA LA PIEDRA.
Seamos gotas incesantes y contínuas.
ORADEMOS LA PIEDRA.
CAIA CANTARELLI